NOTICIAS SOBRE LA
ORDEN REAL DE HEREDOM DE KILWINNING
La Orden Real de Heredom de Kilwining
es un grado Rosa+Cruz, cuya iniciación se divide en dos puntos diferentes, y se
realiza en una torre ficticia, circunstancia que les ha dado el nombre de Rosa+Cruces
de la torre. Los miembros de este orden, de la cual son maestros los reyes de
Inglaterra, sino de derecho al menos de hecho, adoptan en su recepción un
nombre característico tal como “valor”,
“prudencia”, “candor”, u otro análogo, con lo cual son en adelante exclusivamente
designados, y el mismo que usan siempre al poner su signo en cualquier acto
masónico, en cuyo caso, no se escribe entero, sino la primera y última letras y
consonantes intermedias, en esta forma: “v-l-r-“,
valor; “p-r-d-n-c-a”, prudencia; “c-n-d-r-“, candor. Sin embargo hay
cuatro funcionarios, que, además del nombre convenido, tienen otro afecto
especialmente a sus funciones; y es así que el presidente se llama “sabiduría”; el primer inspector “fuerza”; el segundo, “belleza”, y el hermano terrible, “alarma”. EL presidente recibe además el
título de Athersatha (es decir: el que contempla los años o el tiempo) y los
Inspectores el de “Guardianes de la Torre”.
En la recepción se recuerda “el sacrificio del Mesías que derramó su sangre
para la redención del género humano”, y el neófito figuradamente es enviado
en busca de “la palabra perdida”.
Aunque en cuanto a su ceremonial, le
diferencia esencialmente este orden del
Rosa+Cruz ordinario, en lo demás se acerca a él como ha podido notarse.
Según el ritual “la Orden Real se estableció en un principio en Incomkil, después en
Kilwining, donde el rey de Escocia, Roberto Bruce, presidiendo en persona como
Gran-Maestre,” y la tradición oral añade que este monarca restauró el orden
en 1314, haciendo entrar en ella los restos de los templarios de Escocia. Sin
embargo, en apoyo de asertos de semejante importancia, los caballeros de
Heredom de Kilwining, no presentan más que un pasaje, por cierto bien poco
concluyente del sistema heráldico de Nisbeth. Con efecto allí se dice, que Roberto
Bruce restableció el orden real, pero el autor aplica formalmente este epíteto
a la Orden del “Cardo” completamente
distinta de la de Heredom de Kilwining, cuyo nombre por otra parte, ni aun una
sola vez se encuentra citado. Para salvar esta dificultad, se quiere probar que
antiguamente las dos Ordenes no formaban más que una sola; pero con dos
denominaciones, o sea, considerada bajo dos aspectos, el uno “exotérico” y
liberal, bajo el título primitivo de “chardom”
o (cardo), el otro “esotérico” y misterioso, con el de Heredom, y que, con el
transcurso de los tiempos, la parte secreta quedó patrimonio exclusivo de los
masones; mientras que la pública se conserva por la corona. Aunque se admita
esta distinción, que sea dicho de paso, es bastante sutil, siempre nos faltará
saber su verdadera aplicación, o si existió o no en la orden dos categorías de
miembros, eran admitidos a la participación de esas dos naturalezas de la misma
orden, lo que haría inexplicable su separación, puesto que es un absurdo querer
hacer dos de un solo individuo. Pero si todo ha pasado como quieren decir, para
creerlo, faltan aun las pruebas, y estas son las que no se han presentado.
Si juzgamos por el ritual que en parte
se halla escrito en versos anglosajones, la Orden Real de Heredom de Kilwinning,
se remonta a una época muy antigua. No obstante, no debemos dar gran
importancia a esta particularidad, pues nadie ignora que los ingleses, así como
nosotros, han cometido sus fraudes masónicos, testigo el famoso interrogatorio
de Enrique VI, redactado igualmente en lenguaje antiguo, y cuya falsedad se
encuentra hoy día demostrada.
Dejando a un lado todo esto, únicamente
nos ocuparemos de aquellos hechos sobre cuya autenticidad nadie puede poner en
duda por apoyarse en documentos incontestablemente originales.
Las únicas piezas relativas a los
primeros tiempos del Orden, que al presente se conservan, consisten en cuatro
registros en folio donde están las Actas de las Sesiones, y la más antigua de
estas data del año 1750. En esta época existían en Londres una “Gran Logia Provincial”, que celebraba
sus asambleas en la taberna del “Cardo y
la corona”, en Chandois-street, de la cual emanaron tres Capítulos
establecidos en la misma ciudad, y que se reunían, el primero en la en la
taberna indicada, el segundo en la taberna del “Carruaje y caballos” en Welbeck-street, y el tercero en la taberna
de la “Gran cabeza azul”, en
Exeter-street. Además de estos diferentes cuerpos presentados como funcionando
desde tiempo inmemorial la misma autoridad instituyo en Londres en 11 de
diciembre de 1743 otro Capítulo que se reunían en la taberna de la “Herradura de Oro” en Connan-street,
Southwark; y el 20 de diciembre de 1744
en Deptfort, condado de Kent, ya vemos otro taller que tenía sus trabajos en la
taberna del “Grifo”. Esta estadística
figura al frente del primero de los cuatro registros que acabamos de mencionar.
Sigue inmediatamente un acta del 10 de julio de 1730, en la cual la Gran-Logia
Provincial concedió constituciones a un capitulo del Haya que tenia por
presidente al hermano William Mitchell, “fidelidad”. La instalación de este Capitulo tuvo lugar en
Londres el 22 del mismo mes en la persona del Atersatha. Sin embargo, el
William Mitchell no dejó la Inglaterra, y la patente de constitución no llegó a
la Haya, pues el original existe aun en los archivos de la orden. Las
operaciones relativas a la erección de este Capítulo de la Haya son las únicas
que la Gran-Logia provincial de Londres ha consignado en este Libro de Actas.
Debemos por lo tanto creer que no tardó en suspender sus trabajos, puesto que
hacia esta época entró en posesión de sus archivos la Gran-Logia Madre de la
Orden Real en Edimburgo, la cual así mismo estaba inactiva desde mucho tiempo
antes. En 1763 se decidió a comenzar de nuevo sus trabajos. El hermano William
Mitchell
no fue el que tuvo menos parte en esta resolución, pues su nombre figura con
efecto en el cuadro que entonces se hizo de la Gran Logia madre. Es digno de
notarse que la Gran Logia de la Orden Real de Edimburgo no había conservado nota de sus operaciones
anteriores, habiendo perdido los libros donde estaban consignadas; pues a
contar del año 1763, fecha de su instalación, hizo inscribir sus actas, en el
mismo registro, y a continuación de las de la Gran Logia Provincial de Londres.
Esta circunstancia nos induce a creer que la Orden Real, no se remonta mas allá
del 1763, y que los hechos anteriores, se supondrían como ciertos aunque no
fuesen, para dar a esta Orden la sanción de la antigüedad.
Ya desde este momento desaparecen todas
las dudas, y ya vemos a la Gran Logia Real de Edimburgo reunirse en épocas
regulares. En 5 de enero de 1767, sometió sus estatutos a una revisión. El 3 de
abril siguiente votó una suma de 9 libras esterlinas como pago del alquiler de
una sala que desde muchos años antes, la logia de S. David de Edimburgo, había
puesto a su disposición para la celebración de sus asambleas. El 4 de julio
procedió a la elección de Sir James Kew “secreto”,
en calidad de gobernador o Diputado Gran Maestre, que dando reservada la
dignidad de Gran Maestre efectivo al rey de Inglaterra. El 5 de octubre tomó en
consideración una propuesta que tendía a aumentar indefinidamente el número de
los Caballeros limitado hasta entonces hasta el de ciento doce, según la letra
de los estatutos. En 1769 dejó el local de S. David, por una sala, cuyo uso ya
habían cedido anteriormente, y sin interés alguno, los magistrados de Edimburgo
a la Logia “San Gil”. Tenemos a la vista el texto de la petición que la Gran
Logia del Orden Real dirigió el 26 de julio para conseguir esta gracia, “al Lord
preboste, a los magistrados y al consejo reunido con los diáconos de los
gremios ordinarios y extraordinarios de los oficios de la ciudad de Edimburgo”.
Esta petición está motivada en el gran trabajo que se había tomado, y
considerables gastos que había hecho la Gran Logia para el restablecimiento del
antiguo Orden de la Masonería Escocesa, en la metrópolis de su país natal, lo
cual podrían atestiguar muchos miembros del honorable consejo, que lo eran
también de la dicha Orden.
Un hermano, Marcial Buequillos, que
vivía en el delfinado, el 4 de julio de 1776, hizo llegar a manos de la Gran
Logia de la Orden Real una demanda con objeto de obtener “la autorización para iniciar a dos o tres Caballeros, a fin de formar
un capitulo regular”. El 31 de enero del año siguiente, aprobó un proyecto
de patente de constitución redactado en lengua latina, ordenando “que esta carta se escribiese claramente en
vitela, y fuese firmada por los funcionarios, que se le pusiese el sello de la
orden, y enseguida se transmitiese al impetrante”. Esta es la primera Carta
Constitutiva, de que hacen mención los registros existentes, como expedida a
masones de Francia o de cualquier otro país extranjero. Hasta el 26 de febrero
de 1779 no se expidió al fin la patente al hermano Boequillon, por la vía de
Holanda, donde se cree que existían uno o muchos Capítulos de la Orden Real.
Nada sin embargo demuestra que este título llegase a manos o que diera origen
su proyecto de establecimiento masónico. El 21 de mayo de 1785, la Gran Logia, a petición del hermano Mateo,
negociante, constituyó en Rouen una Gran Logia y un Gran Capitulo provincial
para la Francia. Estos dos talleres se instalaron el 27 de agosto de 1786 en el
local de la Logia la “Ardiente Amistad”.
La Gran Logia Provincial, notificó su institución al Gran Oriente de Francia,
que negó su legitimidad, fulminó censuras contra el nuevo cuerpo, borró del
cuadro de las Logias regulares a la de la “Ardiente
Amistad”. El vigor desplegado en esta ocasión por el Gran Oriente, tuvo su
razón probablemente, en la resistencia que había opuesto la Logia a la reunión
del Gran Capitulo General al Gran Oriente, y la victoriosa critica que había
hecho del título, que se suponía emanado de Edimburgo en 1721 del Capítulo de Rosa+Cruz
del doctor Gerbier, ya fundido en el Gran Capitulo General de Francia. A pesar
de los obstáculos que suscitó el Gran Oriente a los progresos del nuevo
establecimiento, no por eso dejó este de constituir, en Francia y en el
extranjero, bajo la sanción de la Gran-Logia de la Orden Real de Edimburgo,
gran número de Capítulos. En 1815, ya ascendían a 23 talleres de su
jurisdicción. En diferentes épocas, y particularmente en 1788 y en 1805 se
renovaron las tentativas para un acomodamiento entre la Gran Logia Provincial
de Rouen y el Gran Oriente de Francia; pero las negociaciones no dieron
resultado alguno, habiéndose negado siempre la Gran-Logia Real de Edimburgo, a
todo convenio que en lo mas mínimo perjudicase a su supremacía. La única
concesión que pudo y quiso hacer la Gran-Logia Provincial de Rouen, fue la de
votar en 1806 los honores del Gran Maestrazgo en Francia, de la Orden Real al
príncipe Cambaceres, Gran Maestre, al propio tiempo del Gran Oriente, y someter
los rituales a su aprobación. El decreto por el cual declaró al Gran Oriente,
en 1815, que centralizaba en su seno la administración de todos los ritos
masónicos, la dispersión de los miembros de la Orden Real, y la muerte del
hermano Mateo, su jefe, contribuyeron sucesivamente ya hace algunos años, al término
de la existencia de la Gran-Logia Provincial de Rouen.
Desde el 1794 existen grandes vacios en
la actas de la Gran Logia de la Orden Real de Edimburgo, especialmente desde el
15 de febrero de 1805 al 27 de junio de 1823. Sin embargo está demostrado que
en ese intervalo no descuidó completamente sus trabajos, pues vemos en efecto,
que en el año 1806, instituyó una Gran Logia y un Gran Capitulo para todas las
Españas, residente en Jerez de la Frontera, en Andalucía, de las cuales nombró
por el Gran Maestre al hermano James Gordon, Caballero de la Ordenes de España.
La Gran-Logia de la orden Real de Edimburgo quedó aletargada desde el 6 de
noviembre de 1813, hasta principios de 1839 a causa del cambio de residencia de
su gobernador H. R. Brown que pasó a establecerse a Londres, llevándose consigo
el material y los archivos de la Orden. De vuelta a Edimburgo, reunió este
hermano a los caballeros de los que ya no existían más que cuatro, y reconstituyó la Gran Logia; pero
no fue sino pasado algún tiempo, cuando este cuerpo, lánguido en su principio,
ha recobrado su antigua actividad y una marcha regular. A pesar de todo, su
personal jamás ha pasado de veinte miembros, tal es el cuidado que pone en su
elección. No sabemos que haya en Escocia otro establecimiento de la Orden Real,
que la Gran-Logia. Todos los capítulos de este Rito que en otro tiempo
existieron sobre el continente ya están enteramente disueltos y apenas se
podrán hallar, ni aún en Paris mismo, tres miembros que hayan pertenecido a los
mismos.
Sacado de “Historia
Pintoresca de la Franc-Masonería
y de las Sociedades
Secretas antiguas y modernas”
F. J. B. Clavel -
1860