ACERCA DE LOS ESTUDIOS
TRADICIONALES
(Guía para tradicionalistas desorientados)
Autor: Dr. Jorge Francisco Ferro
(Argentina)
* * *
1)
Definiciones y conceptualización
Qué son los Estudios Tradicionales? Sintéticamente, la tradición significa transmisión pero no cualquier tipo de transmisión. Las condiciones de una tradición auténtica son estrictas. Así, una tradición completa implica necesariamente dos aspectos:
a) Un aspecto interior
o esotérico
b) Un aspecto exterior o exotérico
Es
decir que posee una parte reservada a una “elite”
que se caracteriza por detentar el conocimiento completo de dicha tradición (usualmente, se trata de un sacerdocio
aunque no siempre adquiera el carácter de un clero...) y otra parte, que
podríamos denominar como “pública”, que establece las normas de la vida en
comunidad, la política, la cultura, la religión, etc.
Normalmente, la autoridad espiritual legítima
que representa una tradición determinada es la detentadora del “esoterismo” de
la misma pero también formula la ley positiva (dharma, shariah, torah, etc.) que regirá la sociedad y que hará
cumplir el poder temporal subordinado.
Por otra parte, toda tradición regular se
expresa bajo dos modalidades que les son propias: una transmisión oral y una
transmisión escrita siendo ambas perfectamente aptas, cada una en su nivel,
para perpetuarla.
Generalmente, se considera que la
transmisión oral es la que mejor se adapta para el trabajo iniciático y
esotérico pero es menester señalar que, en muchas oportunidades, también la
escritura es - a la vez - un símbolo y
un método perfectamente regular y apto
para los trabajos iniciáticos.
En cuanto al ámbito exotérico o público, casi
no hay necesidad de señalar las aplicaciones de la escritura, tanto sagrada
como profana (si es que existe la escritura “profana” en una sociedad
tradicional...) en el establecimiento del orden público.
Finalmente, es necesario señalar que, en toda tradición regular y
auténtica, se menciona la existencia de un elemento
universal e imprescindible de origen supra-humano como el origen o como
participante en la fundación de dicha tradición. En efecto, en ninguna de la
tradiciones, vivientes o extintas, se deja de mencionar la intervención de una
teofanía divina fundadora de dicha corriente espiritual pues se sobreentendía
que el hombre, por sus solas fuerzas, es incapaz de establecer una tradición
permanente. Estas intervenciones supra-humanas se interpretan como
manifestaciones históricas y temporales de una
Traditio Perennis, fuera del
tiempo y del espacio, que sería el
origen de todas las tradiciones particulares. Usualmente, se designa como
“Tradición Primordial” a este centro común y originario.
2) Cuáles son las tradiciones actualmente
vivientes? Por qué “vivientes”?
En sentido estricto, son aquellas que
poseen un sacerdocio (lo cual, insistimos, no necesariamente significa un
clero) constituido por una cadena ininterrumpida de hombres vivientes que
transmiten los ritos y los conocimientos de una generación a otra. Este es el
verdadero y único sentido de la llamada
“Cadena Iniciática.”
Contrario
sensu, NO existen tradiciones que puedan ser revividas o reconstituidas
“idealmente” a partir de estudios antropológicos, restauraciones de textos,
excavaciones arqueológicas, reconstrucciones culturales, proyectos
político-ideológicos, etc.
3) Necesidad de pertenecer o ingresar a
una tradición particular
La
pertenencia o ingreso en una tradición particular se logra de dos formas
solamente: o se nace dentro de una tradición determinada o se solicita la
admisión dentro de ella. En ambos casos, solo tiene validez efectiva el ingreso
ritual y no una adhesión ideal y menos aún ideológica... En efecto, cuando se nace dentro de una
tradición particular siempre se realiza un rito (bautismo, sahada,
circunsición, etc.) que marca el ingreso
del nuevo miembro en la comunidad.
En el caso de la solicitud de admisión se
produce un necesario proceso de cooptación entre el solicitante y la
organización tradicional que lo acepta. Esta cooptación plantea, obviamente, la
cuestión fundamental de la existencia de
representantes vivientes y legítimos de dicha forma tradicional. Sería
totalmente inútil, por ejemplo, pretender ser admitido en los Misterios
greco-latinos o en los egipcios pues no existe una sucesión ininterrumpida de
representantes legítimos de las mismas que pueda recibir ritualmente a un nuevo
miembro dentro de las mismas.
De nada serviría, entonces, conocer en profundidad la Ilíada , la Odisea o la Teogonía , en un caso, o
los Textos de las Pirámides o el Libro de los Muertos, en la otra; o ser un
eximio filólogo grecolatino o un egiptólogo de nota pues ambas tradiciones,
como muchas otras, están definitivamente extintas y sin posibilidades de
“restauración” o “resucitación” alguna.
4) No
es atacando a otras tradiciones particulares que se fortalece la propia.
Es
un hecho histórico bastante común que una religión pretenda consolidar su
posición a costa de otra religión
cercana en el espacio y/o en el tiempo. Parecería que esta es una condición
propia de todas las religiones. Sin embargo, si se analizan en profundidad los
ejemplos históricos, se advertirá que, muchas veces, fueron las fuerzas
políticas las que, bajo los penates y los pretextos de la propia religión,
atacaron otros pueblos y tradiciones en tentativas expansionistas.
5) La acción de la inacción
Muchas tradiciones reconocen que el
verdadero iniciado actúa, muchas veces, por su sola presencia lo cual plantea
la cuestión de las llamadas “acción
interior” y “acción exterior” las cuales representan, analógica y
simbólicamente, la autoridad espiritual y el poder temporal.
Un hecho que no es generalmente
comprendido - y menos aún aceptado por la mentalidad moderna - es la
superioridad de la primera por sobre la segunda.
6) Verdaderos y falsos maestros espirituales
Todo Maestro auténtico de una
tradición particular (y con mucha más razón en el caso de un Maestro
Espiritual) lo es en el nombre de
dicha tradición particular definida, concreta y viviente. No existen maestros
tradicionales “en abstracto” pues siempre deben ser miembros legítimos y
representantes autorizados de alguna corriente tradicional particular.
7) La muerte de las tradiciones
particulares
No se debe caer en la tentación de
revivir tradiciones muertas porque sería una típica operación de necrofilia.
Las partes más esenciales de una tradición que se extingue pasa a la próxima
forma tradicional naciente.
Algunos ejemplos servirán para ilustrar esta cuestión: la parte viviente y central de tradición
egipcia pasó integrar a la
Iglesia Copta , la céltico-druídica se integró a la Iglesia Culdea , los
vestigios de la tradición nórdica pasaron al cristianismo escandinavo primitivo,
etc.
Sin embargo, a lo largo de la
historia se han observado reiterados intentos de restaurar civilizaciones,
culturas e imperios ya desaparecidos. La mayor parte de las veces, dichos
intentos revisten primeramente un carácter literario-cultural que luego
desemboca en un proyecto político de corte reivindicativo y nacionalista. Así
ocurrieron patéticas “restauraciones”
tales como la del panteón nórdico por el
nazismo, de los druidas-galos en el siglo XIX, del imperio romano por el
fascismo, etc…
Latinoamérica tampoco está a salvo de estas operaciones necrománticas y
se deben tener en cuenta las tristes experiencias europeas de revivir cadáveres
psíquico-políticos que, en última instancia, resultan verdaderos golems
que inexorablemente se tornan contra sus invocadores...
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